Es difícil explicar lo
inexplicable, como padres y educadores hay que conocer cuándo y cómo decirles a
los hijos que una persona no va aparecer nunca más. Alrededor de los 4 años de edad, los
niños tendrán curiosidad y buscarán la información en sus padres. ¿Qué hacer? La
muerte es un tema delicado y hay que elegir bien las palabras para no causar un
efecto negativo en los niños. ¿Qué tienen que saber los niños respecto a la
muerte?
La muerte es terminar de vivir. Las
explicaciones como "se ha ido", "está en el cielo ",
"lo perdimos" o "desapareció", no son tranquilizantes si no
se les explican claramente. Un niño solo quiere expresar sus emociones, sus
temores, sus inquietudes. Por tanto hay que saber darle una respuesta clara y
sensible o bien a través de la realidad o a través de la religión. En este
sentido la religión puede ser muy beneficiosa, siempre y cuando su acción esté
dirigida a resolver los conflictos de la forma más honesta. No hay que mentir,
ni sobreprotegerles porque lo único que se conseguirá es una vida irreal y una
ansiedad continua.
¿A qué edad empezar
hablar de la muerte?
- A partir de los 3 años deben irse familiarizando con la idea de ciclo vital y el envejecimiento. Se deben evitar eufemismos: “está dormido en un sueño profundo” o “se ha ido a un largo viaje” porque en muchos casos esperaran con ansiedad el regreso.
- Entre los 3 y los 5 años suelen considerar la muerte como algo reversible y temporal. Es una etapa de vivo interés hacia la muerte, pero aún no son capaces de entenderla como un suceso irreversible y definitivo.
- De los 6 años en adelante, los niños comprenderán el carácter definitivo e irrevocable y cuando se hable con ellos no se tendrá ningún tabú.
- A partir de los 9 años el niño acepta que todos morimos, asimila con todo realismo el hecho de tener que morir más adelante. Las manifestaciones de duelo son muy parecidas a las de los adultos: llanto, tristeza,etc.
¿Qué síntomas indican que lo asume bien o no?
Toda muerte requiere un duelo. Es un proceso emocional
natural ante la pérdida de un ser querido. En esta situación las reacciones más habituales son:
- Negación
- Aflicción
- Reacciones hostiles contra el difunto y hacia otros
- Idealización
- Ansiedad
- Pánico
- Culpa
Si el niño muestra alguna de estas reacciones en el momento del duelo
pero desaparecen paulatinamente, no hay porque preocuparse. Pero si pasa el
tiempo y no las supera, deberemos buscar
la ayuda de un especialista sobre todo si aparecen situaciones que interfieren
en su vida habitual como, por ejemplo:
- Pesadillas
- Incapacidad para quedarse sólo
- Pérdida del apetito
- Aislamiento
- Desinterés por el juego
¿Cómo ayudar?
Se puede ayudar a los
niños y los adolescentes a sobrellevar el duelo de diferentes maneras. Siempre teniendo en cuenta que todo depende de cada circunstancia, os aconsejaría:
- Decir la verdad. Ocultar la información confunde a los niños.
- Hablar de forma sencilla y directa.
- No ocultes tus emociones.
- Aprende a reconocer el ritmo propio del niño para revelar sus sentimientos y responde a él.
- Acepta y afirma las expresiones del niño. Acepta y normaliza su respuesta.
- Ten más de una conversación.
- Habla y busca el apoyo de otros adultos (como maestros u otros especialistas) que estén en contacto con los niños.
- Controla la conducta y las respuestas del niño a medida que pasa el tiempo y consulta cualquier preocupación.
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